La Filosofía Como Respuesta by Martin Alonso Aceves Custodio

Burnout y productividad

En la sociedad moderna, la productividad se ha convertido en un estándar casi sagrado. Nos exigimos constantemente alcanzar nuevos objetivos, superar límites y optimizar nuestro rendimiento, sin detenernos a cuestionar el costo de esta mentalidad.

La Harvard Business Review identifica que hay diferentes tipos de burnout. Ellos aseguran que sufrir burnout es más que solo estar cansados y ocupados.

Podemos identificar, en base al agotamiento que las personas experimentan y sus causas, tres tipos de burnout. El primero es el burnout por sobrecarga, que ocurre cuando las personas trabajan sin parar, pensando que van a alcanzar el éxito sin importarles su bienestar.

El segundo tipo de burnout es el de falta de desafío. Este se produce cuando las personas tienen un trabajo monótono que no ofrece oportunidades de crecimiento y estimulación intelectual.

El tercer tipo de burnout es el burnout por negligencia, que se da cuando la persona siente que no tiene control sobre su trabajo y se vuelve pasiva ante desafíos.

La sociedad actual

En la sociedad en la que vivimos hemos elevado la productividad y el rendimiento a niveles sagrados. Todos queremos superar nuestros límites, ser mejores, tener más, abarcar más, aumentar de valor. Sin embargo, al buscar esto y al lograrlo, no nos damos cuenta de que estamos sacrificando lo que de verdad tiene valor para uno: la salud.

El filósofo surcoreano Byung-Chul Han, en su libro “Cansancio Extremo”, hablaba ya hace diez años de que vivimos en una sociedad agotada. Él argumenta que el cansancio al que todos nos vemos sometidos no es causado por factores externos, sino por la responsabilidad autoinfligida de buscar rendimiento. En pocas palabras, caímos en la trampa de la producción.

Ya no es necesario tener a un opresor autoritario forzándonos a ser más productivos o vivir en una sociedad disciplinaria como la que Michel Foucault describía en sus trabajos. Hoy, el individuo se explota por voluntad propia y, en consecuencia, sufre psicológicamente.

El nuevo relato que nos venden y que hemos aceptado como cierto es que la lógica dicta que, pese al alto costo en salud que nos trae, busquemos ser más eficientes, productivos y exitosos. Ya no es necesaria la sociedad disciplinaria; ahora es libre decisión trabajar sin descanso y autooprimirse.

Burnout y productividad: Cómo la exigencia constante nos está agotando

 

La realidad

A diario vemos personas colapsando emocionalmente. Habemos quienes lo hemos sufrido en carne propia y nos damos cuenta de que estamos persiguiendo un espejismo. Nos hemos vuelto tan positivos que creemos que la voluntad propia es suficiente para que el cuerpo supere sus límites naturales.

La sensación de sentirse fracasado y culpable por no haber dado la milla extra es terrible. La autoexigencia es un castigo muy duro.

Han propone que la solución no está en encontrar nuevas formas de gestionar el tiempo, sino en replantearnos nuestras concepciones de trabajo y éxito. Aceptar la imperfección y bajar el ritmo es la clave para escapar de la lógica del rendimiento.

Prácticas útiles

Las prácticas que hoy podemos adoptar para no caer en el ciclo del trabajo interminable son:

Reivindicar el descanso como algo esencial.

– Pausar obligadamente, aun en las horas más movidas del día.

– Someterse a espacios de silencio y pausa para reconectar con uno mismo.

– Dejar de medir la vida en términos de logros para enfocarnos en vivir plenamente.

Acabemos con la obsesión por la productividad. No somos máquinas y no ganaríamos nada al convertirnos en ellas. Escapando de la fatiga y de la tiranía de la eficiencia, podremos reencontrar el significado de vivir y la autenticidad de la contemplación consciente.

Conclusión

El agotamiento por exceso de trabajo es una realidad cada vez más frecuente en un mundo que valora la productividad por encima del bienestar. La presión constante por rendir al máximo puede llevarnos a la fatiga, el estrés y la falta de motivación.

Para evitar que el burnout afecte nuestra salud y desempeño, es fundamental encontrar un equilibrio entre el esfuerzo y el descanso, priorizar el autocuidado y fomentar ambientes laborales que valoren tanto la eficiencia como el bienestar emocional.

Al final, la verdadera productividad no se mide solo en resultados, sino en la capacidad de sostener el rendimiento sin comprometer nuestra calidad de vida.

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